Necesitaremos incentivos y seguridad jurídica que permita inversiones de largo plazo. Uno de los aspectos más urgentes es tener claridad en el sector energético.
De acuerdo con datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), si México aprovecha el nearshoring, podría llegar a tener ingresos anuales hasta por 35,300 millones de dólares (mdd) tan solo por nuevas exportaciones de mercancía. Además, las empresas mexicanas –existentes y de nueva creación– podrán cubrir una serie de necesidades que tendrán las compañías que lleguen. Esta es una gran oportunidad que debe explorarse y no dejarse ir, pero lo cierto es que, para que suceda, deben librarse diversos desafíos como la existencia de proveedores críticos, el desarrollo de infraestructura y la existencia de talento especializado.
Una primera reflexión sobre el nearshoring es que no aplica para todos los productos de todas las empresas –no hablamos de mover el tercio del total de la manufactura mundial que se lleva a cabo en China–. Esto es, las empresas que obtendrán mayores beneficios en trasladar sus operaciones de manufactura a México serán las que hoy desarrollan productos que, en relación a su costo total de producción, tienen un alto porcentaje de costo de mano de obra y un alto costo logístico. Y es que en el país principalmente se pueden beneficiar de estos tres aspectos: el costo de mano de obra –hoy menos oneroso que en China–, el costo logístico –nuestra ubicación geográfica, en este sentido, es inmejorable– y nuestro tratado comercial con Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Ahora, ¿cuáles son los grandes desafíos?
1) La existencia de proveedores críticos. El hecho de trasladar la capacidad de manufactura significa movilizar toda una cadena productiva. Esto supone que, en la región donde las empresas decidan asentarse, requerirán de la integración de las cadenas productivas. En este aspecto, China, por ejemplo, nos lleva décadas de progreso para determinados sectores.
2) El desarrollo de infraestructura: Y no hablamos únicamente de la infraestructura relacionada con aspectos como el transporte interno y puertos, sino de los espacios disponibles –ahora limitados– en el norte del país. ¿Esto quiere decir que estamos al tope de nuestra capacidad productiva? De ninguna manera. Esto es un efecto de nuestra baja capacidad de planificación a nivel privado y público para definir el papel que deseamos tener como hub de desarrollo mundial. No nos hemos desarrollado a la misma velocidad que las oportunidades.
3) El talento: Tenemos suficiente mano de obra y mano de obra calificada para diferentes actividades de manufactura. Sin embargo, necesitaremos un pool de talento capacitado y con las habilidades necesarias para llevar a cabo las actividades que requerirá el encadenamiento productivo. Para lograr este talento necesitaremos intensificar la relación entre el sector público, el privado y la academia. Como nación, no queremos tomar únicamente la oportunidad de incrementar nuestra capacidad como maquiladores y ensambladores, sino que debemos buscar la especialización; debemos elevar nuestra capacidad en innovación, investigación y desarrollo para ser generadores de conocimiento.
4) Falta de conocimiento de los inversionistas de las leyes mexicanas: Esto será un desafío relevante para las empresas que pretendan arrancar operaciones en México, pues el tiempo para abrir una empresa en el país puede variar dependiendo del sector y de las actividades.
fuente: https://www.claa.org.mx/noticias-de-comercio-exterior/2195-07-de-noviembre-de-2022.html